La propaganda Goebbelsiana de Clarín contra el pueblo mapuche-tehuelche.

Una campaña mediática sistemática que promueve el odio étnico hacia los pueblos originarios del Sur Argentino.

Pospandemia 12/10/2022 Fernando Cabaleiro Fernando Cabaleiro
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Desde el año 2016 cuando la derecha se reinstaló en el poder, varios medios de comunicación hegemónicos de la Argentina, principalmente los pertenecientes al Grupo Clarín, dieron inicio a una campaña mediática sistemática de ataque a la etnia Mapuche-Tehuelche, estigmatizando como violentas y terroristas a las personas de dicha etnia que reclaman legítimamente sus derechos indígenas, endilgándoles la comisión de delitos y actos terroristas e instalando en la opinión pública el pensamiento de sectores conservadores y de la derecha argenta de que representan una amenaza para la seguridad de la Nación.

 

Como toda campaña de estigmatización, la implementada desde los medios de comunicación hegemónicos contra el pueblo mapuche-tehuelche, se basa en hechos absolutamente falsos, tanto históricos como los de la actualidad.  Sobre estos últimos surge que en todas las causas judiciales iniciadas en el marco de una persecución criminal, promovida por nucleamientos anti mapuche (con la vanguardia de la ex Ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich del gobierno de derecha que manejó la administración nacional en el ciclo 2015-2019) acusando a personas de la etnia Mapuche-Tehuelche de haber provocado atentados contra la propiedad privada en el sur argentino, no se ha logrado probar que ello fuera así. Todo lo contrario,  en los procesos ante la justicia que han culminado hasta ahora, lo único  comprobable es que tuvieron motivados en pruebas falsas o preinstaladas determinado en casi todos, el sobreseimiento de las personas inculpadas.

Sin embargo ese relato hegemónico omitiendo maliciosa y deliberadamente el dato exculpatorio posterior, demuestra la Real Malicia que impregna a la información periodística presentada bajo el paradigma de un discurso acusatorio, sin referenciar nunca las voces involucradas y afectadas por los señalamientos y acusaciones sumarísimas estatales, que luego como parte de una campaña sistemática y coordinada encuentra eco de los medios de comunicación corporativos hegemónicos.

Esa construcción mediática incriminatoria, enarbolada por el Grupo Clarín, tiene altos sesgos propagandísticos, discriminatorios y cosificatorios cuya finalidad no es otra que instalar en la opinión pública que las personas de la etnia Mapuche-Tehuelche  - por el hecho legítimo de reclamar el respeto de sus derechos indígenas - representan por su condición racial, un peligro para la seguridad de la Nación, reproduciendo como acto reflejo los planteos y denuncias falsas de los sectores anti-mapuche - y de la propia ultraderechista Patricia Bullrich –. 

 "Los mapuches quemaron una motoniveladora en Bariloche" , "Los mapuches, una bomba cazabobos para el Gobierno" "Tensión con los mapuches: encapuchados, cabecillas prófugos", "Descubren que el campamento mapuche desalojado en Villa Mascardi tenía barricadas y alambres de púa", "Las fuerzas federales se quedan en Villa Mascardi y acusan a los mapuches de distintos "delitos comunes y de usurpación", "Mascardi: Patricia Bullrich pidió declarar terroristas a las organizaciones mapuches violentas" son claros ejemplos de títulos propagandísticos y sensacionalistas de los medios del grupo Clarín, que de modo crónico y con un marcado tono hiperbólico apuntan a establecer como una verdad develada en el inconsciente colectivo que los supuestos hechos delictivos –con  entidad de autoatentados - tienen como autoras a las personas de la etnia Mapuche-Tehuelche. 

Las implicancias de esa campaña sistemática de estigmatización son graves, ya que tiene como finalidad cancelar/anular a los miembros de la etnia mapuche-tehuelche como sujetos y personas al desarrollo integral de su personalidad e identidad indígena, y el ejercicio sin interferencias de todos los derechos que se derivan de ese estándar jurídico que tiene un reconocimiento constitucional.

Cuando los grupos concentrados de la derecha nucleados en la maléfica Sociedad Rural Argentina y los sectores nacionalistas recurren al reclamo callejero o cortes de ruta, los medios corporativos lo caracterizan como actos patrióticos: “El Campo somos todos” “Banderazo Nacional” "Caravana de Familias"·. En cambio, cuando los integrantes de la etnia mapuche-tehuelche realizan un corte de ruta reclamando sus derechos, los mismos medios hegemónicos titulan “Grupos terroristas atemorizan a la población en el Sur” ”Afectan al turismo y las inversiones”. Lo mismo sucede con las organizaciones sociales cuando reclaman sus derechos ante la crisis económica, que han recibido la caracterización estigmatizante de “piquetera”.

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Un banderazo nacionalista cortando la ruta Clarin lo llama caravana y protesta. Cuando lo hacen las personas mapuche es corte de ruta violento y en cuanto al reclamo de los derechos territoriales reconocidos en la Constitución Nacional y desconocidos por la autoridad, se habla de toma  o usurpación.

LA PROPAGANDA COMO RECURSO PARA INSTALAR UN RELATO EN CONTRA DE UN GRUPO HUMANO

La propaganda de estigmatización contra un grupo de personas por su condición racial (pertenencia a una etnia) que es ejercida por los medios de comunicación  hegemónicos con Clarín a la cabeza, -  en este caso contra la etnia mapuche-tehuelche -, se contrapone al valor esencial en una sociedad democrática que representa la libertad de expresión en su perspectiva como derecho social a recibir información veraz. 

Pero hay algo más grave. Ese proceder sistemático tiene reminiscencias de tiempos pasados en nuestra propia historia local, cuando los medios de comunicación hegemónicos como el propio Diario Clarín fueron funcionales a la Juntas Militares en el ciclo nefasto 1976-83, del mismo modo que los principales medios de comunicación en la Alemania Nazi a los fundamentalismos nacionalistas y racistas que derivaron en el holocausto judío.

Noticias constantes a diario con tono sensacionalista endilgándoles a las personas Judías ser el problema del país y una amenaza a la raza aria, fueron parte de una propaganda de un terrorismo de Estado que derivó en lo que se denominó macabramente "La Solución fFnal" (Endlösung) con la creación de campos de concentración y exterminio de personas humanas, en uno de los más aberrantes procesos genocidas de la humanidad.

El odio a las personas judías en la Alemania Nazi, precisamente  reconoce entre sus antecedentes la propaganda instalada en los medios de comunicación asociados al nacionalismo fundamentalista y racista que consideraba que las personas judías representaban un peligro biológico para la supervivencia de la raza germana.

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La propaganda nazi ha sido analizada por semiólogos/as e historiadores/as  y sobre ella se han reconocido – considerando los apuntes del propio mentor,  Joshep Goebbels -, 11 principios que la caracterizan.  Veamos uno por uno: 

1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.

2.- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3.- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

 4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5.- Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

6.- Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8.- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9.- Principio de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10.- Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

Si consideramos los principios que caracterizan a la propaganda nazi construida por Joseph Goebbels para un análisis de la metodología empleada por los medios de comunicación hegemónicos en la Argentina (principalmente del medio Clarín a través del relato de su periodista corresponsal en la Patagonia Claudio Andrade)  sobre los reclamos de la etnia mapuche –tehuelche, se observa que los mismos se aplican en su totalidad.

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Así por ejemplo se verifica en todas las notas y títulos periodísticos de Clarín la instalación de la idea de un adversario único individualizado en una categoría única “Mapuches” “Grupo Mapuche”. 

Luego la presentación de esa categoría única Mapuche como enemiga de un único símbolo en la sociedad que está representado en el “progreso”, la “paz social” y “desarrollo del país”, para los cuales la categoría individualizada  “Mapuche” representa un obstáculo y una amenaza o peligro.

A ello le suceden las exageraciones y desfiguraciones en las noticias relacionadas con los allanamientos a las comunidades indígenas, en los que se encuentran elementos de trabajo como martillos,  hachas serruchos, alambres de púa, etc., sin embargo burdamente se los presenta como armas peligrosas para consumar actos terroristas. 

También se realizan transposiciones deliberadas, por ejemplo, cuando en una protesta de las comunidades indígenas, ante un acto represivo, los integrantes de la etnia mapuche-tehuelche responden a la violencia estatal, esa respuesta es categorizada como acto terrorista o de atentando a la institucionalidad.

Asimismo se observa que los relatos periodísticos citan fuentes genéricas para darle legitimación a la información,  resultando imposible la comprobación de  veracidad. “Los vecinos dicen” “Según lo que contó una vecina” “De acuerdo a los testimonios del lugar en su mayoría”.  

Por último, cuando una noticia favorece a la etnia mapuche-tehuelche en el marco de un reconocimiento de sus derechos indígenas, ya sea a través de una decisión administrativa o bien por una resolución judicial es presentada como un abuso de autoridad de quien así lo decidió.

 Todo ese plafón informativo, es la base de un relato que se va a reiterar sumarísimamente al unísono y de modo constante sin posibilidad de réplica, que saca provecho de la preexistencia de una discriminación estructural que existe contra las personas mapuche-tehuelche, “Los mapuche son chilenos”, a sabiendas que ello va a tener un fuerte arraigo en un pensamiento primitivo en gran parte de la sociedad que absorbe y asimila sin filtros la información de los medios de comunicación hegemónicos, tomándola como una verdad absoluta.

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150 AÑOS IGUAL

Tras 150 años del Genocidio de la Campaña del Desierto, la historia continúa como un eco abominable, encabezado por un medio de comunicación hegemónico como Clarín repitiendo no solamente los mismos procederes que el Diario La Prensa en el siglo XVIII, sino también los del propio medio en los tiempos de la última dictadura militar 76-83, lo que es una réplica - en su esencia y sin eufemismos – de los patrones propagandísticos utilizados en la Alemania Nazi.

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 EL PROBLEMA DEL INDIO = LA SOLUCION FINAL

En la Argentina, "el problema del Indio"  tal como se instaló en términos de política de Estado en el siglo XVIII, derivó en un Genocidio llevado adelante entre los años 1878 y 1890. 

Desde uno de los principales diarios de entonces - La Prensa - se fue perforando intencional y crónicamente en la opinión pública sobre la necesidad de avanzar con violencia contra los territorios de las comunidades indígenas y terminar con ellas, porque representaban un obstáculo al desarrollo y el progreso del país, además de no considerar a las personas mapuche como sujeto de derecho.  

Uno de los editores del diario La Prensa, fue Estanislao Zeballos, quien se dedicó a atacar sistemáticamente la política de gobierno indigenista pacifista del Ministro Adolfo Alsina, que en consonancia con la Constitución Nacional de 1853,  era avanzar en la frontera mediante el respeto de los tratados de paz firmados con las comunidades indígenas. 

Estanislao Zeballos representando los intereses de los grandes hacendados de la provincia de Buenos Aires nucleados en la Sociedad Rural Argentina (la que presidiría tiempo después) incitaba sistemáticamente a la persecución estatal contra las comunidades indígenas en razón de considerarlas causantes de todos los males del país, lo que justificaba a su criterio el uso de la violencia extrema, llegando a escribir "La barbarie está maldita y no quedarán en La Pampa ni los vestigios de sus huesos".  

No por nada Zeballos, con Julio Argentino Roca como Ministro de Guerra del Gobierno de Nicolás Avellaneda  - desde Enero de 1878 - inmediatamente a la muerte "misteriosa" de Alsina en 29 de Diciembre de 1877 -, terminó siendo, primero, el autor de un libro propagandístico de la Campaña del Desierto (que contó con el auspicio del Diario La Prensa) que sirvió como fundamento para que se aprobara la ley nacional que la financiaba, y luego, el Ministro de Relaciones Exteriores del propio gobierno que llevó adelante el Genocidio, que él mismo estimuló como periodista durante años desde su columna en La Prensa. En 1888 volvería a la actividad privada, presidiendo la Sociedad Rural Argentina, cuyas familias miembros fueron luego las que se apoderaron con formalidades insignificantes de amplísimas extensiones territoriales ancestrales tras el exterminio de las comunidades indígenas que las habitaban. Un círculo repugnante de acumulación por desposesión y genocidio.

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EL MARCO JURIDICO DE LA DISCRIMINACIÓN EN LA ARGENTINA

Cuando se caracteriza públicamente como "pseudo-mapuches", "maputruchos" “mapuchismo” a quienes se reconocen como de la etnia mapuche o mapuche-tehuelche, o se dice "los mapuches son chilenos" para deslegitimar sus reclamos al reconocimiento de su identidad y pertenencia originaria y de todos los derechos que se derivan de la misma, se están formulando expresiones que tienen entidad propagandística basada en ideas o teorías de superioridad, con el objetivo de discriminar a las personas por su mera condición y pertenencia étnica.

La Ley 23.592, es una de las leyes fundamentales y fundacionales de la sociedad democrática argentina que germinó tras la dictadura de 1976/83, al establecer como base que se consideran discriminatorios los actos u omisiones (ya sea de las personas como de los funcionarios públicos) determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos.   

Dicha ley considera a la discriminación como un agravante de los delitos, elevando en un tercio el mínimo y en un medio el máximo de la escala penal del delito que correspondiere cuando él mismo sea cometido por persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad, o con el objeto de destruir en todo o en parte a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. 

Asimismo consagra un tipo penal estableciendo la pena de prisión de un mes a tres años para quienes forman parte de una organización o realicen una propaganda basados en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, origen étnico o color, que tengan por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa en cualquier forma. 

Luego se agrega que en igual pena incurrirán quienes por cualquier medio alentaren o incitaren a la persecución o el odio contra una persona o grupos de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas.

Por ello,  expresiones como "los mapuches son chilenos", o que "no están legitimados a reclamar sus derechos ancestrales", a la luz de la ley 23.582, constituyen actos que alientan e incitan a la persecución y el odio al ser mapuche (“ODIO ÉTNICO”), que reconocen como una de las fuentes primarias, a la campaña propagandística que se realiza desde los medios de comunicación hegemónicos como Clarín, desentendiéndose de una de sus principales funciones como medio de prensa, en cuanto a contribuir al debate y opinión en una sociedad democrática en base a la divulgación de información veraz. 

Es un estándar del sistema interamericano de derechos humanos que el alcance democrático de la libertad de expresión implica tanto la facultad de cada persona de expresar sus pensamientos, como la de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, ya sea en forma oral, impresa, a través de medios masivos de comunicación o cualquier otro medio de su elección.

Este alcance democrático de la libertad de expresión reconoce entonces una dimensión colectiva que incluye el derecho del público a recibir y el derecho de quien se expresa mediante un medio de comunicación a divulgar información e ideas, pero basado en la buena fe de difundir sobre la verdad de los hechos. Pues el derecho a la libertad de expresión no ampara el derecho a fundar o utilizar los medios de comunicación para estigmatizar, promover e incentivar el odio racial sobre un determinado grupo humano, tal como sucede con el pueblo mapuche-tehuelche con un claro perjuicio agravado en la dimensión social de dicho derecho, al encontrarse la sociedad privada de contar con un amplio abánico de medios de comunicación libres, independientes y plurales que le permita a cada una de las personas que la integran acceder al ejercicio de su autonomía individual no solo para formar su opinión sobre asuntos de interes general sino para desarrollarla en otros ámbitos de la vida en una sociedad democrática, tal como se ha reconocido en el sistema interamericano de derechos humanos, y que adecuadamente se trató en la ley de medios truncada precisamente ante las exigencias de la corporación Clarín.

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Lamentablemente la campaña propagandística promovida por Clarín encontró eco en las actuales autoridades nacionales a cargo del Ministerio de Seguridad de la Nación, reiterando procederes estigmatizantes de quienes precedieron en las mismas funciones cuando gobernaba la derecha, dictando la Resolución 637/2022 que crea el Comando Unificado de Seguridad Zona Villa Mascardi (Rio Negro).

El fin exclusivo de dicha resolución es actuar y reprimir contra las comunidades mapuche-tehuelche. Ni en la dictadura, ni en los gobiernos de derecha, se dictó una resolución de tales características acotadas a un fin represivo específico, motivada en denuncias falsas y la construcción de un relato basado en el odio racial.  Lamentable también es, que los llamados progresismos  vean  lafware solamente contra la Vicepresidenta de la Nación Cristina Kirchner, sobre la cual los medios hegemónicos mencionados (principalmente Clarín) junto a elementos impresentables de la justicia federal han confluido al unísono en una campaña mediática judicial con un claro fin de beneficiar al otro lado de la grieta política. 

Pero cuando la campaña mediática judicial es contra las personas de la etnia mapuche-tehuelche, estigmatizándolas y prejuzgándolas como terroristas por su mera condición y pertenencia étnica, ahí no hay lafware, ahí hay un poder judicial eficiente al cual debe legitimarse en su obrar persecutorio basado en pruebas falsas y dictámenes fiscales nefastos,  dotandolo de modo exprés de un comando unificado compuesto por casi todas las fuerzas de seguridad del estado contra una etnia, que reclama vivir en la puelmapu, conforme la cosmovisión ancestral que los y las identifica, y hace al derecho reconocido en el artículo 75 inciso 17 de la Constitución Nacional.

Y lo más penoso es que la privación postergada y persistente de ese derecho indígena, se basa en una discriminación estructural como continuación del negacionismo del Estado Argentino, establecido desde el año 1870, en cuanto desconocer como sujetos de derecho a las personas de etnia originaria que habitaban la pampa y la patagonia, ascendientes de quienes hoy reclaman con la legitimación propia que les da su ancestría, derechos que son irrenunciables, por su doble condición de persona e indígena. 

Ahí no hay grieta, como puede observarse. Confluyen personajes nefastos de ambos lados de la grieta política nacional como Aníbal Fernández y Patricia Bullrrich y los silencios cómplices de ambos bandos. 

Asimismo ningún representante de los poderes legislativos nacionales como provinciales se sobresalta ante la intervención cuasimilitar del Estado Nacional, para disponer una política pública particular y especial de prevención y represión en una provincia, creando un comando especial que se fundamenta en la condición étnica de un determinado grupo humano, que es presentado como violento y terrorista, todo ello basado en pruebas falsas construidas e instaladas por los medios de comunicación hegemónicos corporativos como Clarin y personajes abominables de la derecha argentina, ya sea ostentando cargos públicos o asumiendo representación de alianzas políticas.

Ahí no hay relato ni discurso de odio. 

Pero lo que padecen las personas mapuches-tehuelches en la Argentina, sin eufemismos: es ODIO ÉTNICO y la Resolución Nro 637/2022 del Ministerio de Seguridad de la Nación representa una materialización de ese odio.

Cuando a pocos kilómetros de la zona del Lago Mascardi, el Magnate Lewis se apropia de un Lago (Escondido) y no permite el acceso al mismo, utilizando  mercenarios cipayos que amenazan con armas a quien lo intente, afectando el derecho de toda la sociedad a gozar de un bien ambiental, ahí no hay ni peligro ni amenaza a la seguridad jurídica y el bienestar general, tampoco necesidad de crear un comando unificado especial, porque evidentemente el magnate se ha ganado - gobierne quien gobierne, es decir, más allá de la grieta política -  un privilegio a la impunidad de no ser molestado, haciéndonos ver con toda elocuencia, que no todos son iguales ante la ley, a pesar de la vigencia plena de la ley 23.592 y del propio texto constitucional, que garantiza la igualdad de trato.

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