Residuos de plaguicidas en los alimentos de Argentina: implicaciones para el acuerdo UE-Mercosur

Informe Colaborativo de Navdanya International (Italia) & Naturaleza de Derechos (Argentina).

Información 10/01/2023 Naturaleza de Derechos Naturaleza de Derechos
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Desde hace unos meses, la sociedad civil reclama una reforma del acuerdo comercial UE-Mercosur, que genera un doble rasero en lo que respecta a la importación y exportación de pesticidas, especialmente en el comercio agroalimentario. Aproximadamente el 45,5% de las importaciones de la UE procedentes de los países del Mercosur son productos agrícolas, por lo que la cuestión de los pesticidas ocupa un lugar central en la desequilibrada relación comercial que representa este acuerdo comercial[1].

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El estudio titulado "Los venenos siguen llegando al plato: Residuos de alimentos y agroquímicos en Argentina" publicado por Naturaleza de Derechos, detalla la cantidad de casos de pruebas positivas que detectaron la presencia de residuos de pesticidas en una variedad de frutas y verduras en Argentina.

Argentina es el segundo mayor exportador a la UE de los países del Mercosur, lo que significa que varios de los alimentos en los que se detectaron tasas muy elevadas de residuos de plaguicidas, algunos de ellos más de 100 veces superiores al nivel mínimo de residuos (NMR) permitido en Argentina, se importan directamente a las mesas de la UE. Las principales frutas y hortalizas importadas, como peras, manzanas, cítricos y uvas (incluido el vino), fueron también algunas de las frutas y hortalizas en las que se encontraron las tasas más elevadas de residuos de plaguicidas. Por ejemplo, los limones, importados principalmente a España, Italia y los Países Bajos, dieron positivo en 29 residuos agroquímicos diferentes. Como se detalla más adelante, las manzanas y las peras, importadas principalmente a Alemania, Italia y los Países Bajos, contenían algunas de las tasas más elevadas de detección positiva, con 33 y 35 residuos encontrados respectivamente. El gráfico 1 detalla las frutas y hortalizas con mayores residuos de plaguicidas importadas a la UE desde Argentina y los principales países consumidores de cada una de ellas.

El estudio muestra cómo los niveles de residuos superan con creces la LDR establecida en Argentina para determinados agroquímicos. El gráfico 2 muestra los residuos de agroquímicos específicos encontrados en peras y manzanas y la discrepancia entre los LMR permitidos en Argentina y en la UE. La UE permite LMR más altos para plaguicidas que Argentina, pero a pesar de ello varios residuos encontrados superaron con creces ambos LMR.


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De los residuos específicos de agroquímicos detectados, el 50% tienen prohibido su uso en el territorio de la UE. Aquí es donde surge el doble rasero, ya que también a través del acuerdo comercial del Mercosur, las empresas agroquímicas con sede en Europa exportan los mismos plaguicidas prohibidos en el territorio de la UE a los países del Mercosur. Europa controla el 30% del mercado mundial de pesticidas después de EEUU y China, y en 2018-2019 exportó 7 millones de kilos de pesticidas prohibidos en la UE a través de Mercosur. En 2018, la UE exportó pesticidas por valor de 78 millones de euros solo a Argentina[2] No es de extrañar entonces que se encuentren ampliamente residuos de pesticidas ilegales en frutas y verduras destinadas a los mercados de la UE. Por no hablar, también, del consumo interno sudamericano.

De los residuos agroquímicos específicos detectados, el 50% están prohibidos en el territorio de la UE. Aquí es donde surge el doble rasero, ya que también a través del acuerdo comercial con Mercosur, las empresas agroquímicas con sede en Europa pasan a exportar los mismos pesticidas prohibidos dentro del territorio de la UE a los países de Mercosur. Europa controla el 30% del mercado mundial de pesticidas después de EEUU y China, y en 2018-2019 exportó 7 millones de kilos de pesticidas prohibidos en la UE a través de Mercosur. En 2018, la UE exportó plaguicidas por valor de 78 millones de euros solo a Argentina[2] No es de extrañar entonces que se encuentren ampliamente residuos de plaguicidas ilegales en frutas y verduras destinadas a los mercados de la UE. Por no hablar, también, del consumo interno sudamericano.

Esto es especialmente problemático, ya que la retórica del Nuevo Pacto Verde Europeo y la estrategia "de la granja a la mesa" pregonan específicamente el compromiso de la UE de reducir el uso de pesticidas en el territorio. Una retórica que no se alinea con la falta de ética que hay detrás de sus políticas comerciales con los países del Mercosur.  Como se afirma en un informe elaborado por la coalición de la Izquierda del Parlamento de la UE, "este doble rasero equivale a un acuerdo tácito de que los ciudadanos del Mercosur son "ciudadanos de segunda clase", dado que se considera permisible que estén expuestos a sustancias que no se toleran en la UE" [3].

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Introducción / consideraciones generales

En septiembre de 2020, se solicitó al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina (SENASA) que informara sobre los resultados de los últimos tres años (2017, 2018, 2019) de los controles realizados periódicamente sobre muestras tomadas en toda la Argentina, sobre la presencia de plaguicidas en frutas, hortalizas, cereales y oleaginosas. Estos datos son información pública que, según la legislación vigente, el Estado está obligado a brindar. Sin embargo, finalizado el plazo de prórroga en noviembre de 2020, el SENASA seguía sin aportar los datos solicitados. Tras un nuevo pedido sin respuesta, y una intimación notificando al SENASA que la espera había concluido y la resorción a la Justicia Federal, el SENASA finalmente entregó la información el 17 de diciembre de 2020, pero con justificaciones retóricas e información inexacta.

El número total de controles (356.940) que el SENASA dice haber realizado entre el período 2017 y 2019 lo hace aparecer como mucho mayor que en la realidad. El organismo no aclara que este número incluye también las evaluaciones sobre metales pesados, micotoxinas y sustancias microbiológicas realizadas por el organismo, en lugar de ceñirse a los datos sobre residuos de plaguicidas en alimentos que se le solicitaron. Se trata claramente de un intento de minimizar el nivel de detecciones y reducir así la incidencia de casos positivos (7.869) sobre el total analizado.

No existen datos oficiales sobre la cantidad de plaguicidas utilizados por año en Argentina. Según los últimos datos precisos disponibles que datan de 2015 de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), y de acuerdo al incremento en la venta de agroquímicos que informan los medios especializados y las cifras del comercio informal, las proyecciones concluyen que la cantidad total anual de plaguicidas en 2021 ya supera los 600 millones de litros/ kilos. Ni siquiera la pandemia pudo detener el modelo del agronegocio. Durante la cuarentena, la fumigación con plaguicidas fue declarada actividad esencial y continuaron las importaciones de insumos para la fabricación de formulaciones comerciales.

Resultados

El SENASA detectó 7.869 casos positivos con presencia de plaguicidas en una muestra de 48 frutas, hortalizas, cereales y oleaginosas. En total se encontraron 80 principios activos en los controles de los 48 alimentos. En cuanto a la acción biocida de los 80 pesticidas detectados, el 48% son insecticidas, el 41% fungicidas, el 10% herbicidas y el 1% antioxidantes. En cuanto al perfil toxicológico, de los 80 principios activos encontrados, el 49% son cancerígenos, el 75% actúan como disruptores hormonales y el 20% son inhibidores de la colinesterasa. El pimiento, la manzana y la pera fueron los tres alimentos con mayores residuos de plaguicidas: respectivamente se encontraron 37, 35 y 33 principios activos entre los casos positivos, de un total de 80 agroquímicos encontrados por el SENASA. Uva (30), naranja (30), tomate (30), limón (29), melocotón (28), lechuga (26) y plátano (24) fueron los alimentos que se situaron entre los diez más contaminados.

Agrotóxicos cancerígenos en los alimentos 

De los 80 plaguicidas detectados en frutas, verduras, hortalizas, cereales y oleaginosas, el 49% (39) se consideran probables o posibles carcinógenos según el inventario de información científica disponible y las clasificaciones de los organismos reguladores y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).

Un plaguicida opera como agente cancerígeno cuando existe la probabilidad o posibilidad de generar carcinogénesis en el cuerpo humano, debido a su exposición crónica indirecta, a través del consumo de alimentos que lo contengan como residuo en cantidades muy pequeñas. La carcinogénesis es el proceso por el cual las células de un organismo humano o animal se transforman en células neoplásicas, que conducen a la formación de masas de tejido anormales en el cuerpo.

Las dosis pequeñas y repetidas de carcinógenos tienen efectos acumulativos, y el resultado final viene determinado por la dosis total. En consecuencia, los agentes carcinógenos requieren largos periodos de tiempo antes de desarrollar un tumor.  El tiempo transcurrido entre la exposición a agentes químicos y la aparición de un tumor en humanos oscila entre cinco y 30 años. La mayoría de los carcinógenos también pueden actuar de forma sinérgica, facilitando mutuamente su acción y aumentando la susceptibilidad. Esto significa que la interacción de múltiples agentes carcinógenos, como ocurre con los residuos de pesticidas en los alimentos, más que la exposición a un único carcinógeno, suele aumentar la incidencia de algunos cánceres humanos.

Agrotóxicos que alteran las hormonas en los alimentos

De los 80 pesticidas detectados en alimentos, el 75% (60) se consideran alteradores endocrinos según el inventario de información científica disponible y la clasificación de la Unión Europea.

Los alteradores endocrinos son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal, responsable de múltiples funciones vitales como el crecimiento o el desarrollo sexual. Al imitar o alterar el efecto de las hormonas, los agentes endocrinos pueden enviar mensajes confusos al organismo, provocando diversas disfunciones. La investigación científica ha relacionado los alteradores endocrinos con un gran número de enfermedades, que afectan a la salud reproductiva femenina y masculina, provocan trastornos del metabolismo (obesidad, diabetes), problemas cardiovasculares y enfermedades neurológicas. El riesgo es especialmente elevado para las mujeres embarazadas y los niños: la exposición a los alteradores endocrinos durante las primeras etapas de la vida puede causar lesiones irreversibles, dando lugar a patologías o enfermedades.

Al igual que los carcinógenos, los alteradores endocrinos actúan a dosis muy bajas. Por no hablar de que el umbral de bioacumulación de daños para la salud humana es difícil de determinar, ya que un alterador endocrino puede permanecer indefinidamente en el organismo, tardando mucho tiempo en actuar. Asimismo, sus efectos pueden potenciarse mediante la sinergia con otros alteradores endocrinos.

Inhibidores de las colinesterasas en los alimentos 

De los 80 pesticidas detectados en alimentos, el 20% (16) se consideran inhibidores de la colinesterasa según el inventario de información científica disponible.

Muchos pesticidas (insecticidas) actúan a través de la transmisión de estímulos nerviosos de los insectos, ejerciendo un efecto letal para eliminarlos de los cultivos. La investigación científica ha demostrado que este efecto de los plaguicidas sobre los insectos también puede extenderse a los seres humanos que están expuestos a este tipo de productos químicos, ya sea directamente (fumigaciones aéreas o terrestres) o indirectamente (residuos en los alimentos). El modo de acción de estos plaguicidas es la inhibición de la enzima acetilcolinesterasa. Cuando la acetilcolinesterasa no está disponible en la hendidura sináptica, se produce una acumulación excesiva del neurotransmisor, lo que provoca una estimulación constante de los receptores, que puede dar lugar a una crisis colinérgica, caracterizada por una sobreestimulación de músculos, glándulas y nervios.

La legislación del SENASA no garantiza la seguridad alimentaria

Un caso positivo con residuos de plaguicidas no significa que esté fuera de la normativa legal del SENASA: El 69% de los casos positivos se ajustan a las resoluciones vigentes 934/2010 y 608/2012 que indican los "límites máximos de residuos (LMR)" permitidos. Sin embargo, que los residuos estén dentro del margen legal no implica en absoluto seguridad alimentaria. De hecho, el 47% de los ingredientes activos de plaguicidas detectados estaban prohibidos (determinados usos o prohibición total) en la Unión Europea.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dictaminó la prohibición o cancelación parcial de 38 principios activos que forman parte de los 80 detectados en los 48 alimentos analizados en Argentina. Sin embargo, el SENASA no hizo lo mismo a nivel local, a pesar de que debería haber estado obligado a actuar ya que las decisiones adoptadas en la Unión Europea se basaron en información científica relevante y disponible.

Además, el volumen de casos positivos de residuos de plaguicidas en alimentos debería exigir una evaluación exhaustiva de la carga química diaria y del nivel real de riesgo al que se expone la población al consumir estos 48 alimentos esenciales. Por ello, el análisis segmentado que hace el SENASA de cada uno de los valores de las sustancias detectadas por separado, ignorando los potenciales efectos de la mezcla de estas sustancias, es una perspectiva negacionista. Dada la información publicada por la Comisión Europea sobre el inventario de disruptores endocrinos, la continuidad de la TML permitida por las resoluciones del SENASA, que no tienen en cuenta los efectos sinérgicos y epigenéticos y no cuentan con una verificación empírica sobre los efectos crónicos y cancerígenos, son inconstitucionales porque suponen una vulneración del derecho a la salud.

Estas omisiones, tanto respecto de la exigencia de evaluar los efectos sinérgicos y epigenéticos de los residuos de plaguicidas en los alimentos, como de proceder a la restricción de los principios activos que fueron prohibidos o restringidos en la Unión Europea, constituyen infracciones a los deberes de los funcionarios públicos del SENASA.

Manifiesto Alimentos para la Salud 

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En 2019, Navdanya Internacional elaboró con un grupo de expertos un documento sobre la importancia del derecho a la alimentación como requisito fundamental para la buena salud, tanto de los seres humanos como de la Tierra[5].

El Manifiesto ofrece evidencias científicas, sustentadas en más de 200 referencias bibliográficas a estudios y trabajos científicos para mostrar cómo el derecho a la salud sólo puede cumplirse si se reconoce, respeta y realiza el derecho a una buena alimentación a través de un cambio de los sistemas alimentarios centrado en la ecología. Su objetivo es dar la alarma sobre cómo los pesticidas, fertilizantes y agroquímicos están produciendo daños en la salud humana, desde los agricultores que utilizan estos pesticidas y herbicidas químicos, hasta los consumidores finales de residuos de pesticidas en los alimentos. Además, los agroquímicos contaminan el aire, el agua y los suelos, dañando los ecosistemas y amenazando la biodiversidad.

El análisis de los resultados arrojados por los controles oficiales del SENASA en Argentina sobre la presencia de residuos de plaguicidas en alimentos confirma la gravedad de la situación descrita por el Manifiesto Alimentos para la Salud, consolidando los argumentos sobre la imperiosa necesidad de iniciar el proceso de cambio estructural en el sistema de producción de alimentos.

Campaña internacional #StopEuMercosur

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En junio de 2020, 265 organizaciones europeas e internacionales lanzaron la campaña #StopEuMercosur para frenar la aprobación de un tratado de liberalización comercial entre la Unión Europea y el Mercado Común Sudamericano (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

A la luz de la campaña, en marzo de 2021 se lanzó una coalición de más de 450 organizaciones de la sociedad civil. La declaración de la coalición es un llamamiento a los líderes políticos para que reconozcan que:

La UE-Mercosur sirve a los intereses corporativos a expensas de los límites planetarios y el bienestar animal, e impulsa desigualdades sociales insostenibles, perpetuando un modelo extractivo de agricultura ejemplificado por el sobrepastoreo, la expansión de los feedlots y los monocultivos químicamente intensivos.

Los objetivos y elementos centrales de este acuerdo se oponen directamente a la acción por el clima, la soberanía alimentaria y la defensa de los derechos humanos y el bienestar animal.

El acuerdo comercial destruirá los medios de vida tanto en Europa como en América del Sur, perjudicando a las explotaciones familiares y a los trabajadores, al perpetuar la dependencia de las economías sudamericanas como exportadoras baratas de materias primas obtenidas mediante la destrucción de recursos naturales vitales, en lugar de fomentar el desarrollo de economías sólidas, diversificadas y resilientes.

Un modelo comercial del siglo XXI debe apoyar, en lugar de socavar, los esfuerzos por crear sociedades socialmente justas y ecológicamente resilientes, basadas en los principios de solidaridad, protección de los derechos humanos y de nuestros límites planetarios.

El Tratado UE-Mercosur pretende crear la mayor zona de libre comercio del mundo, que abarcará a 800 millones de personas. La desregulación del comercio entre los dos bloques promoverá un aumento de las importaciones europeas de carne de vacuno, soja y biocombustibles, a cambio de mayores exportaciones de automóviles a los países sudamericanos. Un intercambio con fuertes externalidades cuyo peso recaerá sobre zonas, como la selva amazónica, ya gravemente afectadas por los incendios y la deforestación provocada por los grandes ganaderos y agricultores.

En un momento en que la crisis climática y social es más grave que nunca, es totalmente inaceptable proponer recetas económicas y comerciales basadas en la eliminación de los controles sobre los métodos de producción y los consiguientes productos que están devastando ecosistemas y comunidades.

REFERENCIAS

[1] Link

[2] Mies Bombardi, Larissa. 2021. “Geography of Asymmetry: The Vicious Cycle of Pesticides and Colonialism  in the Commercial Relationship  between Mercosur and the European Union.” São Paulo; Brussels, Belgium: University of São Paulo/ Commissioned by the EU Parliament. Link

[3] Mies Bombardi, Larissa. 2021. “Geography of Asymmetry: The Vicious Cycle of Pesticides and Colonialism  in the Commercial Relationship  between Mercosur and the European Union.” São Paulo; Brussels, Belgium: University of São Paulo/ Commissioned by theEU Parliament. Pg. 30. Link

[4] Link

[5] Food for Health Manifesto. Navdanya International, 2019, Link

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