Manifiesto sobre la Alimentación para la Salud.

Manifiesto firmado por Renata Alleva, Piero Bevilacqua, Lucio Cavazzoni, Guy D’hallewin, Nadia El-Hage Scialabba, Hilal Elver, Richard Falk, Patrizia Gentilini, Srinath Reddy, Mira Shiva y Vandana Shiva, entre otros/as.

Generalidades de Alimentos Fumigados 19/01/2021 Naturaleza de Derechos Naturaleza de Derechos

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En el año 2019 un grupo de expertos y expertas (Renata Alleva, Sergio Bernasconi, Piero Bevilacqua, Lucio Cavazzoni, Salvatore Ceccarelli, Guy D’hallewin, Nadia El-Hage Scialabba, Hilal Elver, Richard Falk, Patrizia Gentilini, Jacopo Gabriele Orlando, Srinath Reddy, Mira Shiva, Vandana Shiva) elaboraron un documento sobre la importancia del derecho a alimentación como un presupuesto fundamental para una buena salud, no solamente humana sino también de la tierra, bajo la directriz un planeta, una sola salud.

El documento se llama Manifiesto sobre la Alimentación por la Salud - Cultivando Biodiversidad, Cultivando Salud. Disponible en inglés (prontamente en Español).

El Manifiesto parte del concepto de que el derecho a la salud sólo puede cumplirse si se reconoce el derecho a una buena nutrición, respetado y realizado. Es posible crear buena salud a través de una buena nutrición. Para ello tenemos que transformar nuestros sistemas alimentarios. Esta tarea es fundamental, no sólo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030, sino también para asegurar la salud humana y planetaria de las generaciones futuras. La transición a un nuevo paradigma, basado en la realización de los derechos a la salud y a la seguridad alimentaria, dependerá del compromiso de la sociedad civil, del sector privado, de los gobiernos y de las instituciones mundiales. 

El manifiesto se presenta en términos de un llamamiento a la acción con el objetivo de denunciar la violación del derecho a la alimentación y a la salud humana como la de la tierra, que representa el modelo agroindustrial, asimismo reclamar e instar ante los Estados el inicio de proceso de transformación del modelo agroalimentario.

Del Manifiesto por la Alimentación y la Salud, adelantamos algunas de sus secciones , que atento a los resultados que arrojan los controles oficiales del SENASA en la Argentina, sobre la presencia de agrotóxicos en frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas en los últimos tres años (2017,2018 y 2019), delatan la gravedad de la situación y arrojan luz para consolidar los argumentos sobre la necesidad imperiosa de iniciar ese proceso de cambio estructural en el sistema productivo de alimentos que debe instarse ante las autoridades locales.

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La calidad de los alimentos, elemento esencial para la salud, está intrínsecamente ligada a la calidad del suelo, el aire, el agua y el medio ambiente. La calidad de los alimentos que llegan a nuestra mesa depende también de las prácticas agronómicas y veterinarias empleadas en los cultivos y en las granjas. Lamentablemente, la presencia ahora generalizada de sustancias tóxicas en el medio ambiente, debido a diversos productos agroquímicos y emisiones, de las cuales un porcentaje sustancial proviene de la industria alimentaria, ha provocado la degradación progresiva de nuestro hábitat.

Estas toxinas se acumulan en la cadena alimentaria, con considerables riesgos para la salud humana. Las consecuencias negativas subyacentes se expresan más vivamente en nuestros propios cuerpos, en nuestras células y tejidos, y en la salud en general.

La agricultura industrial y el procesamiento industrial de alimentos han estado degradando constantemente nuestra dieta y salud, tanto al eliminar la nutrición y la salud del sistema alimentario como al añadir productos químicos y contaminantes a lo largo de la cadena alimentaria, desde la producción, el procesamiento y la distribución. La ciencia independiente emergente confirma la antigua máxima "somos lo que comemos". Los alimentos buenos y nutritivos, biodiversos, ecológicos, frescos y locales son la base de la salud. Cuando comemos productos alimenticios industriales, nutricionalmente vacíos y basados en productos químicos, corremos el riesgo de sufrir enfermedades y mala salud.

Hay una doble carga de salud por la agricultura industrial y el procesamiento de alimentos. La primera es la pérdida de la biodiversidad y la diversidad de nutrientes en nuestras dietas que son esenciales para la buena salud. La segunda es el costo de la salud debido a las toxinas y contaminantes de los alimentos que consumimos. Los productos químicos se están añadiendo a los alimentos y a la agricultura más que nunca. Desde la segunda guerra mundial se han comercializado más de 80.000 nuevos productos químicos y 20 millones de subproductos 1. 

Hay múltiples caminos a través de los cuales la agricultura química y el procesamiento industrial degradan nuestros alimentos y salud. 

En primer lugar, los productos alimenticios industriales, basados en productos químicos y degradados no son alimentos que nutren, y además el comercio de productos alimenticios no crea economías alimentarias que nutran a las personas. El 90% del maíz y la soja que se cultivan hoy en día son para productos básicos, con un destino principal para producir agrocombustibles y piensos (alimento animal), no para alimentar a las personas. El aumento del comercio de estos productos básicos significa menos alimentos reales cultivados y accesibles para las personas. El aumento del comercio significa que se desvían más tierras y agua, energía y dinero público de la producción de alimentos adaptados a la diversidad de culturas y climas, lo que se traduce en más hambre, pobreza, malnutrición y enfermedades, amenazando también la soberanía alimentaria de comunidades enteras 2. 

En segundo lugar, la agricultura química degrada el suelo y la nutrición de las semillas y plantas, y reduce la biodiversidad de los cultivos y alimentos. Los fertilizantes minerales comprometen la colonización simbiótica entre los hongos, las micorrizas 3 y las raíces, que es lo que permite el intercambio de nutrientes; las semillas homogéneas e híbridas son por definición cultivos alterados que conducen a más cantidad (y menos calidad); el uso de agrotóxicos debilita la defensa de las plantas, lo que resulta en menos polifenoles que son cruciales para la salud humana como antioxidantes.

La diferencia entre la producción en pequeña escala y la industrial radica principalmente en el hecho de que los monocultivos industriales se cultivan para responder a los productos químicos, con el fin de aumentar las cantidades masivamente, lo que da lugar a productos básicos nutricionalmente vacíos, medidos falsamente como "rendimiento por hectárea". La sustitución de la diversidad por la uniformidad y la confusión de "masa" con "rendimiento" para la nutrición y la calidad, disminuye el parámetro mucho más relevante y esencial de la "nutrición por hectárea". La biodiversidad aumenta la nutrición por hectárea. Las investigaciones demuestran cada vez más que las variedades tradicionales cultivadas por los agricultores y agricultoras para la nutrición y la calidad producen más nutrición y salud. Para lograr mayores rendimientos, la agricultura industrial libera sustancias tóxicas en el suelo, el agua y el aire, que de una forma u otra entran en la cadena alimentaria y amenazan la salud humana.

 En términos de salud, nuestros alimentos se degradan y empobrecen aún más por el procesamiento industrial de los alimentos. Ejemplos de ello son la irradiación durante el almacenamiento después de la cosecha, o todos los aditivos y estabilizadores utilizados durante el procesamiento para prolongar la vida útil. Si es el propósito previsto de los sistemas agrícolas y alimentarios para atender las necesidades de la salud humana garantizando una nutrición adecuada y apropiada a todas las personas, a nivel mundial no se ha logrado. Esto se debe a que los sistemas agrícolas y alimentarios se han separado de su misión principal de satisfacer las necesidades humanas de dietas sanas y nutritivas. El mundo de hoy es testigo de los múltiples rostros de la malnutrición: hambre, emaciación, retraso del crecimiento, insuficiencia ponderal, sobrepeso, obesidad y una variedad de micronutrientes deficientes. Éstos también abren el cuerpo a una variedad de enfermedades que pueden conducir a una muerte prematura, a una discapacidad grave y a un sufrimiento prolongado.

Los peligros de las dietas de baja calidad y menos nutritivas plantean la grave amenaza de las enfermedades crónicas que suelen describirse como "enfermedades del estilo de vida", pero que en realidad están impulsadas por sistemas alimentarios defectuosos. Las dietas densas en energía, ricas en calorías pero pobres en nutrientes y con niveles indeseablemente altos de grasas, azúcar y sal no saludables se han asociado con un alto riesgo de enfermedades no transmisibles (NCD). Éstas representan ahora el 70% de las muertes en todo el mundo, lo que supone 40 millones de vidas perdidas cada año. Alrededor de 15 millones de ellas se producen por debajo de los 70 años de edad. Los países de ingresos bajos y medios representan el 80% de todas las muertes por ENT a nivel mundial y el 90% de las muertes por ENT entre 30 y 69 años de edad. Las principales enfermedades no transmisibles incluyen afectaciones cardiovasculares, diabetes, cánceres y enfermedades respiratorias crónicas. Una gran proporción de las ENT están relacionadas con la dieta, debido a que las dietas poco saludables causan enfermedades a través de factores de riesgos biológicos como la presión arterial, el azúcar y lípidos en sangre,  y grasa corporal, que a su vez desencadenan procesos patológicos de inflamación, arteriosclerosis de los vasos sanguíneos, trombosis e inducen a la carcinogénesis por efectos epigenéticos. 

Además de estas, ya muy preocupantes consecuencias, debe destacarse que la afirmación que la agricultura industrial es necesaria para resolver el problema del hambre en el mundo es totalmente infundada y ha sido refutada en la práctica. La malnutrición sigue afectando a un gran número de niños y adolescentes, mujeres en edad de procrear y ancianos en todo el mundo: más de 2.000 millones de personas padecen graves deficiencias en vitaminas y minerales, más de 200 millones de niños sufren retraso en el crecimiento o emaciación 4, y la desnutrición es atribuible a la muerte de más de 3 millones de niños menores de cinco  años 5. Además de la susceptibilidad a diversas infecciones y a la muerte prematura, la desnutrición infantil lleva a un desarrollo cognitivo limitado y a la pérdida de capacidad cerebral en una fase crítica de desarrollo humano.

Al mismo tiempo, casi 2.000 millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso o son obesas. Si bien la desnutrición crónica está disminuyendo, aunque más lentamente de lo esperado, el aumento del sobrepeso y la obesidad ha compensado con creces los aportes a la salud de esa disminución.

Las compulsiones comerciales de los actuales sistemas agrícolas y alimentarios mundiales, agravadas por los altos niveles de desigualdad económica, han hecho que las dietas saludables no estén disponibles o sean inasequibles para grandes sectores de la población en todas partes del mundo. A menos que estos sistemas se reorienten hacia el objetivo de proporcionar seguridad nutricional a todas las personas a lo largo de la vida, las elevadas cargas de enfermedades y discapacidades evitables seguirán acechando a la humanidad, imponiendo altos costos de atención de la salud y pérdida de productividad. 

Los costos para la sociedad ya son enormes y serán cada vez más dificultoso en el futuro para hacer frente a la carga de las enfermedades a nivel mundial si este sistema no se corrige. También es moralmente indefendible continuar en esta trayectoria, ya que crearía una situación adversa de condiciones de vida para las generaciones futuras. Eso sería un fracaso de la civilización de magnitud monumental. 

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REFERENCIAS:

1 McGinn, A.P., “POPs culture”, Nutrition Health Review, 2002, www.questia.com/magazine/1G1-90161456/pops-culture 

2 “Food sovereignty isn’t just a concept, it’s a movement […] It encompasses a community’s right to decide how they’re fed.” (Lexicon of Sustainability - Lexicon of Food); “Food sovereignty is about a community’s freedom and liberty to be able to decide for them how everyone in their community gets fed. That’s the difference between food security and food sovereignty. You can certainly have food security under dictatorships, but you can’t have food sovereignty under dictatorships. You need democracy for food sovereignty to happen. Food sovereignty is a much more deep and expansive idea that unfortunately we see too little of. Food sovereignty involves a discussion of people being around the table and having meetings to be able to figure out how water is shared, how food is shared, and how hunger is eradicated.”≫ (Raj Patel, quote, www.lexiconoffood.com/thefoodlist/food-sovereignty ); “There is no Food Sovereigny without Seed Sovereignty” (Vandana Shiva, quote,  www. theguardian.com/sustainable-business/vandana-shiva-corporate-monopoly-seeds).

3 Encyclopedia Britannica, “Mycorrhiza”, www.britannica.com/science/mycorrhiza

4 UNICEF / WHO / World Bank Group, “Levels and trends in child malnutrition, jointchild malnutrition estimates”, 2018, www.data.unicef.org/wp-content/uploads/2018/05/JME-2018-brochure-.pdf. 

5  UNICEF, “Monitoring the situation of children and women, malnutrition rates remain alarming: stunting is declining too slowly while wasting still impacts the lives of far too many young children”, 2017, www.data.unicef.org/topic/nutrition/malnutrition 

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